Hola, soy Pedro Carreño
El «calvorota» que puedes ver en la foto.

No te creas que siempre pude presumir de no tener ni un pelo de tonto.
Cuando era veinteañero lucía mi flequillo estilo «beatle» mientras soñaba con triunfar en la música.
Me imaginaba siendo el líder de un famoso grupo de rock.
Subido en cualquier escenario, dándolo todo con mi guitarra Rickenbacker y rodeado de groupies.
Vendía muchos discos, salía en portadas de revistas musicales, ligaba sin parar…
Pero justo en ese momento me caía de la cama, despertaba del sueño y la vida me ponía en mi sitio.
Lo cual fue una pena, porque yo valía para cantante si no fuera por mi voz.
¿Qué puedo hacer por ti?
Soy consciente de que muchos negocios sufren por tener que vender.
Y creo que esa es la razón por la que la mayoría de profesionales y empresas tienen unos textos comerciales que no llaman la atención.
Aburridos como ostras y casi calcados unos de otros.
Quizá sea ese tu caso y por eso llegaste hasta aquí, porque sabes que a los textos de tu negocio, o de tu web, les falta ese algo que consigue que lleguen los clientes y se queden un rato a ver qué tienes para ellos.
Me estoy refiriendo a los clientes de verdad, los que compran. Los que solo curiosean no son clientes, olvídate de ellos.
Yo puedo ayudarte porque llevo casi toda mi vida adulta vendiendo. Con mayor o menor fortuna, pero vendiendo.
Es lo que sé hacer.
Por eso soy copywriter.
Escribo para que te lean y compren.
Así de sencillo.
O al menos lo era hasta que llegó septiembre del 2020.
Un día cualquiera de ese mes fui a hacerme una prueba médica que creí que sería rutinaria y salí de la clínica con una terrible noticia: lo que yo pensaba que eran unas simples molestias era en realidad un tumor.
Así de repente, sin avisar.
Unas pequeñas molestias, algo que no estaba como tenía que estar y resultó que un puto cáncer había decidido visitarme.
Y justo en el mejor momento profesional de los últimos años.
Me acordé, cómo no, de una famosa frase de mi admirado Lennon.
«La vida es eso que va pasando mientras estás ocupado haciendo otros planes»
En ese momento tenía dos opciones: maldecir mi suerte y llorar por las esquinas o pelear por mi vida.
Para mi sorpresa, en mi interior habitaba un guerrero que decidió que rendirse no era una opción.
Así que con el apoyo incondicional de Marah, mi chica, luché… Y gané.
Algunos proyectos que tenía por entonces acabaron por no concretarse y se fueron en busca de otros profesionales.
Lógico y normal.
Pero hubo clientes que siguieron a mi lado y me permitieron centrarme en lo importante, mi salud, mientras iba poco a poco sacando adelante sus trabajos.
Nunca les estaré lo suficientemente agradecido.
Una vez me preguntaron cómo pasé de bancario a copywriter.
Y la respuesta me salió del alma: dando tumbos.
Vale, ya sé que mi contestación no fue nada glamurosa, pero sí fue muy sincera.
Cuando abandoné la entidad financiera en la que había trabajado durante casi 25 años, pensé que lo mejor sería aprovechar la experiencia que tenía.
Por esa razón, me establecí como agente financiero, aunque a la vez fundé una empresa de figuras en miniatura (una de mis aficiones).
Ambas experiencias fueron un desastre malas, colapsé y me encontré más perdido que Marco buscando a su madre.
Poco después, me formé en marketing digital, empecé a diseñar páginas web y di con algo que me llamó la atención: el copywriting, la escritura persuasiva.
Justo en ese momento recordé algo.
Un detalle importante de mis tiempos como director de oficina.
A pesar de haber sido una buena época, durante unos años tuve un superior al que yo no le gustaba un pelo… Y eso que de aquella aún tenía.
Fue algo que me dijo esa persona lo que muchos años después me llevó a ser copywriter.
Lo soltó en una ocasión en la que estábamos tratando sobre una financiación importante para una empresa que era cliente de mi oficina. Me dijo algo como que debería redactar «uno de esos informes tuyos tan buenos» para conseguir que el préstamo fuera aprobado por el Departamento de Riesgos del banco.
Qué curioso.
Resulta que mis informes solían persuadir a los analistas de riesgos para que concedieran los préstamos.
Y también lo hacían con mi jefe chungo.
¿Sabes cuál fue mi secreto?
Contar historias.
En los informes no me limitaba a repetir las cifras que se podían ver en la documentación que iba adjunta, como hacía el resto de mis compañeros.
Yo procuraba conocer los motivos por los que los clientes solicitaban financiación y lo plasmaba en los informes en forma de pequeñas historias.
Me parecía más importante el «por qué» frente al «para qué».
Muchos años después de aquello, escribir para vender se ha convertido en mi profesión.
Porque me encanta escribir y ganar dinero con ello.
Por ir acabando, te cuento rápidamente quién soy:
- Soy copywriter, escribo para que negocios como el tuyo tengan más y mejores clientes.
- Soy un guerrero, el haber vencido al cáncer me ha hecho más fuerte y más sabio… O eso espero.
- Soy muy fan de los Beatles, creo que se me nota de lejos. La música es una parte muy importante de mi vida, lo irás viendo si te unes a mi lista de suscriptores.
- Como buen asturiano, me gusta la lluvia, incluso en verano. También me gusta la playa, no es incompatible en absoluto.
- Colecciono discos en vinilo, cómics y soldados en miniatura. No sé si mi punto «friki» me suma o me resta puntos, pero es lo que hay.
- Levanto la ceja derecha desde mi más tierna infancia y, aunque hay quien lo piensa, no es marketing.
- Vivo con mi chica en Oviedo, la capital del Paraíso Natural. Con nosotros conviven 3 peludos: la gata Rita y los perretes Lana y Ringo, todos adoptados.
Hace poco aprendí que cuando haces cosas, suceden cosas.
Si te parece, puedes empezar por suscribirte a mis correos y comprobar si puedo hacer algo por tu negocio.